Senderismo Floración en Cieza

Por estas fechas de la primavera, muchos senderistas acuden a la cita anual para ver la 
floración de Cieza: extensos campos de frutales de varias clases (predominando los famosos melocotones de esta región) todos en flor, de diversas tonalidades de rosas y blancos, que conforman un paisaje realmente bello, sobre todo visto desde lo alto.

Nosotros no íbamos a ser menos que los demás y, aunque el día estaba lluvioso, no dejamos escapar la ocasión de acercarnos y contemplar por nosotros mismos esta maravilla.

El punto de inicio es junto al Molino de Teodoro (parece ser un punto muy habitual de comienzo de rutas senderistas y ciclistas), junto a un meandro del Río Segura, un poco más abajo del Puente de los Nueve Ojos. El macizo de La Atalaya queda allá al fondo, sobre el río, majestuoso, recortándose entre las grises nubes.



Está lloviendo y permanecemos en los coches un tiempo, indecisos de si empezar o no la marcha. Pero si no, ¿para qué hemos venido?: nos equipamos para el agua (aunque nos toca mojarnos mientras lo hacemos) y comenzamos.

Lo hacemos en dirección al puente (equipado con cámaras de videovigilancia hacia la corriente del río ¿?). Según las marcas de nivel situadas en las paredes del cauce, la altura del río es poco más de 1 metro (no voy a tirarme a él a comprobarlo) pero la corriente es bastante rápida por lo que, aunque hiciera pie, no me gustaría caerme.

En el puente, giramos a la izquierda, siguiendo la carretera C-330, que va a Mula y Caravaca. Pasamos sobre una acequia (la acequia Landerma, una de las varias que vamos a encontrarnos) y poco antes de llegar a un famoso restaurante que hay en esa carretera cuyo nombre no voy a poner (aunque aparece en los mapas), giramos a la derecha, por una carretera que, al poco, comienza a ascender, en dirección a la zona de La Brujilla.

Mientras tanto, ha dejado de llover y ahora la tarde es bastante agradable. Comienzan a verse los campos floridos aunque no sé si por la lluvia, la falta de sol o porque ya se han caido muchas flores, no están tan exhuberantes como pensábamos. Aún así, en los árboles más cercanos a la carretera podemos hacer unas estupendas fotos de los racimos de flores.

Tras una cerrada curva a la izquierda, y frente a la puerta de entrada de un cortijo, dejamos la carretera y seguimos por un camino de tierra que hay a la derecha; tierra que ahora es barro, con las gotas de agua caidas. Hay una gran balsa de agua a la derecha del camino y poco más adelante tomamos el camino de la derecha, para dirigirnos hacia la acequia de Don Gonzalo. Vamos tan bien, por el camino de barro, cuando, creyendo que hemos tomado el camino equivocado, hacemos una extraña maniobra que puedes ver en el track de la ruta, para ir a salir casi al mismo sitio donde estábamos.

Después de pasar esta acequia, y tras un par de curvas en la carretera, pasamos junto a una famosa casa rural (anunciada en mapas y carteles en la carretera) cuyo nombre tampoco voy a poner (hoy estoy por no hacer publicidad gratuita). Sin embargo, no vimos que hubiera ningún cartel o anuncio en la puerta del recinto. Aquí comienza de nuevo el asfalto.

En todo el camino, vamos viendo la Atalaya y las cumbres de la Sierra del Oro, frente a nosotros. En algunos campos de frutales tienen alpacas de paja distribuidas bajo los árboles: parece ser que son para quemarlos cuando hace frío y evitar, con el humo que se hielen las flores o los frutos en crecimiento. De hecho, hay muchas que ya han quemado.

Salimos a la carretera de Caravaca, donde no hay arcén, por lo que hay que circular por la orilla, con precaución. La suerte es que no tiene mucho tráfico. Apenas unos 500 metros más adelante llegamos de nuevo a la carretera C-330, a 4 kilómetros de Cieza según el cartel indicador, carretera también sin arcén y con más tráfico que la anterior, por lo que hay que llevar más cuidado.

Como aún nos queda tiempo, decidimos visitar también la Ermita Santuario de la Virgen del Buen Suceso (que en principio no entraba en nuestros planes), pero no seguimos la carretera donde están las indicaciones para llegar hasta ella, y que va por la parte meridional del macizo de La Atalaya, sino que lo hacemos por otra carretera que hay 600 metros más adelante (sin ninguna indicación) y que también sube al Santuario, por la cara Norte de La Atalaya. Esta carretera tiene una cadena al comienzo, que impide el paso de vehículos, con un cartel avisando del peligro de desprendimientos.

La carretera comienza a elevarse hacia el Santuario, al pie de la montaña, pudiendo observar por nuestra izquierda la ciudad de Cieza (mejor cuanto más alto subimos) y a la derecha las inmensas paredes rocosas de La Atalaya, junto a la carretera. Efectivamente, podemos comprobar que es verdad lo de los desprendimientos, por una enorme roca que encontramos en la carretera. El agua y las nubes hacen aún más salvaje todo este paisaje de montaña.

Llegamos al Santuario, donde, a pesar de la lluvia, encontramos a otra persona que también ha subido hasta aquí y nos explica por dónde se sube al vecino castillo y a la cumbre de La Atalaya, por una senda que apenas se puede apreciar desde aquí.

No paramos mucho rato (por la lluvia y porque se va a hacer de noche) e iniciamos el descenso, por la senda Zig-zag, que va por una extensa pinada hasta llegar a un camino entre varias casas, huertas, otra acequia (bueno, es la misma acequia Landerma) y, finalmente, un paseo o avenida junto al Río Segura.

Poco más adelante nos paramos y fotografiamos en un puente colgante sobre el río (Puente de Alambre). Seguimos por esta avenida junto al río hasta llegar de nuevo al Molino de Teodoro.





Altitudes: Salida:  141 mts;  Máxima: 357 (345). mínima: 141 ;  media: 236.
Pendiente  Máxima: 26,6% . Media: 10,2. Desnivel acum.: 300
Distancia:  12,68 ktms.



No hay comentarios: