LAS PRIMERAS FASES DE OCUPACIÓN
"El mosaico romano"
Se trata de un pavimento romano construido de "opus signimun" localizado en 1876 a seis metros de profundidad al efectuar una cata en el ángulo N.O. del edificio catedralicio su arquitecto restaurador D. Carlos Mancha.
Para asegurar su protección y en la ilusión de haber localizado la primigenia iglesia de la sede cartaginense, se amplió la cata hasta delimitar todo el emblema central , con unas dimensiones máximas de 4,50 por 3,40 metros , restaurándose en forma de pequeña cripta o capilla subterránea a partir de ella.
Siguiendo la descripción de S. Ramallo, el mosaico consiste en un cuadrado de 1,21 metros de lado rodeado por un meandro de esvásticas y cuadrados, que enmarca un emblema central en forma de disco, de 1,11 metros de diámetro, contorneado por una hilera de teselas blancas marmóreas y relleno por un entramado de rombos que convergen hacia el centro, donde determinan una estrella de 8 rombos.
Además, al N.O., separado por un reticulado simple de teselas blancas a intervalos regulares, se delimita un nuevo reticulado de rombos inscritos en un rectángulo, en lo que parece el umbral de la estancia.
Este esquema compositivo es frecuente en pavimentos musivarios en "opus signinum" tanto hispanos como Mediterráneos, siguiendo una tradición proveniente de los mosaicos helenísticos del Mediterráneo oriental: Velilla del Ebro, Badalona, Ampurias o Los Ruices (en las cercanías de Cartago-Nova, junto al Mar Menor), Glamum en las Gallias y Padua, Capua, Roma y Pompeya en Italia.
En función de todos estos paralelos se puede asignar una cronología fiable entre el siglo I a.C. y el primer cuarto del siglo I d.C.
PRIMERAS OCUPACIONES HUMANAS EN EL SUBSUELO DE LA CATEDRAL ANTIGUA.
Las ya numerosas intervenciones arqueológicas en la vertiente sudoccidental del Monte Concepción ("Mons Esculapii" según Polibio) han venido a configurar esta zona como uno de los focos más antiguos de ocupación humana en la península de Cartagena.
La presencia humana en la colina podría remontarse hasta el siglo V a.C. si consideramos el hallazgo de un fragmento de copa ática en las excavaciones del solar de la "Muralla Bizantina" (Calle Nueva- esquina Calle Soledad) en las cercanías de la Catedral, pero, por su descubrimiento fuera de un contexto arqueológico fiable, se trata todavía de un indicio aislado no extrapolable al entorno.
Tampoco podemos todavía precisar gran cosa del periodo barcida (siglo III a.C.) dado que en ningún punto de las excavaciones del Teatro Romano ni de la propia Catedral se han podido documentar niveles de hábitat de dicho momento.
Más claramente se nos dibuja el panorama en el siglo I a.C. cuando al parecer toda esta ladera quedó ocupada por viviendas señoriales de alta categoría, a tenor de los restos de pavimentos musivarios localizados en el subsuelo de la propia Catedral y en la "Muralla Bizantina".
Esta ocupación primitiva de las laderas altas y medias de las colinas se explica (al igual que en otros puntos de la ciudad) por tratarse éstas de las zonas más apropiadas y saludables de la península de Cartagena, mientras que los valles intermedios serían todavía zonas semipantanosas no bien drenadas e infectadas de mosquitos.
En cualquier caso, lo que parece seguro, a la luz de los más recientes descubrimientos, es que dichas "domas" fueron arruinadas "ex profeso" a finales del siglo I a.C. con motivo de la erección del teatro romano, conservándose vestigios únicamente allí donde los rellenos del nuevo edificio preservó sus pavimentos y partes inferiores. En cambio, no podemos precisar si esta brusca transformación del espacio urbano fue fruto de una política coercitiva desde la Administración de la ciudad (expropiaciones de los propietarios de dichas casas) o, incluso, generosas donaciones de los mismos al bien público para la edificación del Teatro (como conocemos por otras fuentes que ocurría contemporáneamente en Roma).
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