Museo Arqueológico de Cartagena (II)

La fundación de la ciudad.
A finales del siglo III. antes de Jc., los intereses de Carthago en establecer un control político y económico efectivo en la Península con el objetivo de debilitar el ascenso de Roma, llevaron a la familia bárquida a fundar la que desde entonces será llamada Ciudad Nueva (Qart Hadash), que desplegaría una corta pero intensa actividad urbanística bajo el signo cosmopolita de las variadas etnias que la habitaban. El legado de la ciudad púnica quedó plasmado en las murallas que la defendían, (uno de cuyos tramos puede ser visitado junto a la Plaza de Bastarreche), y sin duda en otras contribuciones de arquitectura civil y religiosa de las que hoy sólo conocemos una pequeña parte.

La toma de Qart Hadash por Escipión supuso para Roma no sólo la posibilidad de abortar el ambicioso proyecto cartaginés, sino también aprovechar el enorme potencial que la ciudad, ahora llamada Carthago Nova, ofrecía. Las admirables condiciones de su puerto, su posición geoestratégica dentro del Mediterráneo, y sobre todo la riqueza de sus minas, fueron las causas que más propiciaron su ascenso como una de las ciudades más importantes de la Hispania romana.






La Romanización.
Las secciones que el museo destina a subrayar los diferentes aspectos del largo período en que la ciudad permaneció bajo la órbita de Roma ocupan la mayor parte de la primera planta. A lo largo de la pared podemos observar la rica colección epigráfica, que ofrece lápidas con inscripciones de carácter religioso y funerario, complementadas con una vitrina de ajuares de la necrópolis de la Torre Ciega, a la que siguen varias vitrinas en las que se exponen las distintas producciones cerámicas que llegaron a la ciudad, ordenadas cronológicamente y agrupadas en conjuntos de vajillas siguiendo los alfares donde se fabricaban: Cales, Ischia, Onatia, Megara, Pérgamo, Etruria, Arezzo, Millau, Cartago, etc., completando el recorrido una vitrina que recoge otras artes menores: vidrio, bronces, alfileres, anillos y pequeños objetos trabajados en hueso.

A continuación, en el espacio dedicado a la ciudad y sus monumentos se muestran distintos restos arquitectónicos: cornisas, frisos, fustes, bases, y algunos de los espléndidos capiteles que decoraban la escena del teatro romano, hoy en fase de excavación. Los mosaicos, entre los que destacan el hallado en la calle de Saura, con mármoles de variada composición y colorido, y el de la calle de Palas, con teselas bicromas, enmarcan el área de la escultura. En ella sobresalen por su excelente ejecución el retrato infantil de un miembro de la familia imperial, y la figura de un muchacho, tradicionalmente identificada como Hermes.

Las dos aras (altares) gemelas en mármol blanco halladas en el teatro romano y las inscripciones conmemorativas que aluden a importantes personajes de aquel tiempo ligados a la ciudad, dan paso a una pequeña sección del museo en la que se muestran los materiales de construcción más frecuentemente empleados durante el período de la romanización: tejas, ladrillos, revestimientos, estucos decorados, conducciones hidráulicas, etc.

A continuación, en la sección dedicada al comercio y la industria se muestran numerosos objetos relacionados con estas actividades: ánforas para el transporte de vino, aceite, salazones de pescado, molinos para el grano, artes de pesca, cepos de anclas y lingotes de plomo fabricados en las minas de Carthago Nova, para concluir con una muestra de acuñaciones monetales de la ceca de la ciudad junto a otras de época republicana e imperial.

El recorrido de esta planta finaliza con las vitrinas dedicadas al Bajo Imperio y la época medieval, donde se exponen producciones cerámicas africanas y orientales de los siglos IV al VII, y la lápida de Comenciolo, sin duda uno de los mejores documentos epigráficos de la presencia bizantina en la ciudad.




Las series temáticas.
Con un tratamiento distinto, los materiales que se exhiben en ella están agrupados con carácter temático. En el apartado dedicado a la minería en la antiguedad se muestran diversos objetos relacionados con esta actividad, picos, martillos, cuñas y otras herramientas, junto a gorros y sandalias de esparto trenzado, esportones para el transporte del mineral, poleas, escalas, lingotes de plomo, etc.

Algunos yacimientos excavados en la ciudad y su comarca durante los últimos años, como la necrópolis y el poblado ibérico de Los Nietos, la Muralla Púnica, y otros solares del casco antiguo, ocupan buena parte del recorrido de esta segunda planta, que cuenta además con un espacio destinado a la proyección de audiovisuales y concluye con una sección en la que se subrayan aspectos relacionados con la historia moderna de la ciudad, especialmente entre los siglos XVI al XIX, y en la que se muestran inscripciones conmemorativas, funerarias, escudos nobiliarios, eclesiásticos, y un apartado gráfico sobre la evolución urbana en ese tiempo.
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