Duración: de 3 a 4 horas (subida y bajada).
Desnivel: cota máxima alcanzada: 531 m. en la cumbre.
Dificultad: Baja.
EL RECORRIDO
Salimos de Murcia, por la autovía, en dirección Cartagena y pasada la salida que va a La Arrixaca, tomamos la siguiente salida, que lleva a La venta de La Paloma, El Palmar y MercaMurcia (salida 403 de la autovía). Al salirnos, tomamos a la izquierda para coger la vía de servicio (pone un letrero "Urbanizaciones"), llegando de esta forma a unas cuantas casas y chalets diseminados que son las Casas del Portazgo. Tras la última casa hay una gran explanada donde dejaremos el vehículo.
Este es el punto de comienzo de la ruta que lleva a la cima del Cabezo del Puerto, y así lo
podremos confirmar en un cartel metálico que en este punto encontramos, con la descripción de la ruta y el dibujo de su trayectoria.
Tomamos el camino que empieza junto a unas chumberas, pitas y algún granado y que baja hasta la rambla del Puerto, poco más delante de donde se encuentra la Fuente del Caño, que ni es fuente ni tiene caño, pues no queda más que la construcción que en su día albergó al chorro de agua. Donde sí hay agua continuamente es en la rambla: el caudal es escaso pero continuo y procede de una fuente mucho más arriba.
Cruzamos la rambla y nos adentramos por el sendero (que por cierto está homologado como sendero de pequeño recorrido PR23) que transcurre en esta parte inicial por un bosque de cipreses y algunos pinos, al margen derecho de la rambla. Unos 200 metros más adelante, volvemos a cruzar la rambla en un gran claro y retomamos de nuevo la senda que ya comienza a ascender entre un bosque de pinos.
Continúa la estrecha senda ascendiendo en dirección Sudeste, siendo visible enfrente el macizo rocoso que es nuestro objetivo. Cruzamos una vaguada por donde vierten las aguas de las cumbres y gira la senda en dirección Sur y Sudoeste, para rodear el Cabezo, que no llegamos a ver debido a la densa pinada; también hay abundante matorral y algunos palmitos. En la senda se ven huellas de algún vehículo de dos ruedas (no sé si bicicleta o moto), pero desde luego hay que tener valor para pasar por aquí, con la senda tan estrecha y empinada, sobre todo si es en bicicleta.
Llegamos a un punto donde cruza con otra senda que viene por la derecha: nosotros debemos girar a la izquierda, como continuando esta otra senda. De todas formas, está convenientemente señalizado para evitar extravíos, con las marcas de PR que, por cierto, no están pintadas sobre las rocas como suele ser habitual, sino que son unos cilindros metálicos clavados en el suelo, con una pieza de plástico encima de color blanco y amarillo. Deben de haberlos puesto cuando, hace menos de dos años, estuvieron limpiando y acondicionando todos los senderos del municipio murciano.
Ahora la senda sigue en dirección Este y casi horizontal y a unos pocos centenares de metros nos volvemos a encontrar otro cruce, también bien señalizado. Esta vez tenemos que hacer una difícil elección: o seguimos hacia delante por la senda horizontal y vamos a parar a no se sabe donde o giramos a la derecha y nos enfrentamos a una enpinadísima senda que es la que nos va a llevar a la cumbre (digo enpinadísima y no exagero). Como queremos ir a la cumbre, no nos queda más remedio que tomar por la derecha y echarle mucho valor.
Poco a poco, esta subida también se termina y vamos a parar al llamado Collado Mosqueras, junto a una zona con abundantes palmitos y donde viene a terminar, por la derecha, un camino que procede de la vertiente Sur del Cabezo. Hasta ahora no habíamos visto prácticamente el paisaje debido a la densa pinada de la falda del monte, solo en algún claro se pudo ver el macizo rocoso de la cumbre; pero a partir de aquí sí vamos a poder ver, hasta llegar a la cumbre, el campo que se extiende hacia el Sur hasta donde se pierde la vista, que por cierto en el día de hoy se pierde pronto pues la bruma y la alta contaminación del aire no deja ver más de unas decenas de kilómetros, y no con claridad. Lo más lejano apreciable es el Cabezo Gordo, que está a unos 25 kilómetros en línea recta. Por supuesto que las montañas de Cartagena no se ven.
Estamos ya prácticamente al pie del macizo de roca caliza que forma la cumbre del Cabezo del Puerto, y en esta cara Oeste existe una gran hoquedad que forma una especie de cueva. La senda continúa ascendiendo, rodeando a este macizo por su vertiente Sur de forma que a la cumbre se llega por el lado Este. Los pinos desaparecen cuando llegamos a la zona de roca y un trozo de la senda hay que hacerla trepando por esta roca.
Así llegamos al pie de los restos del castillo árabe del siglo XII que está en la cumbre del Cabezo del Puerto (estamos a 531 metros de altura): solo queda una gruesa pared que delimita todo el cuadrado de la cumbre, excepto por su lado Nordeste donde no hay pared y es por donde entramos al recinto. En su parte Noroeste, una gran cruz hecha con dos postes del tendido eléctrico, visible desde una gran distancia (de hecho, es lo único que se ve cuando, desde abajo, se mira hacia la cumbre del cabezo, pues la pared del castillo se confunde con las rocas de la base y no se aprecia que exista ninguna construcción.
CASTILLO DE LA ASOMADA O DEL PUERTO. Este castillo árabe del siglo XII fue una construcción casi cuadrada, de 25 metros de lado, con muros de argamasa de 1 metro de anchura y cerca de 14 de altura, abierto por la parte SE. Está prácticamente mimetizado con el entorno, y tiene una zanja en todo su perímetro que debió de actuar como canal de suministro de agua y foso para aislar el núcleo central.
Fue utilizado hasta mediados del sigo XVIII, debido a su situación estratégica (en lo alto del actual puerto de la Cadena) y su capacidad para albergar gran número de defensores en su planicie interior que contaba con aljibes y espacios cubiertos y cerrados por murallas almenadas, para el acuartelamiento de las tropas.
Una vez aquí arriba (hasta donde hemos llegado en algo menos de una hora de tranquila subida), nos podemos recrear todo el tiempo que queramos observando todo el paisaje a nuestro alrededor, sobre todo si nos hemos traído unos prismáticos como yo he hecho, para ver mejor los detalles. Empezando por el Oeste vemos, en primer lugar el Cabezo del Alto (604 metros) y al fondo la sierra de Carrascoy, en cuya cima más alta, a 1065 metros de altitud, vemos las antenas del centro repetidor de T.V. Hacia el norte se extiende el valle del Guadalentín, donde está asentada la ciudad de Murcia, cuyos altos edificios son bien visibles desde aquí: si nos fijamos bien, distinguiremos la torre de su catedral, de 98 metros de altura y que tardó 4 siglos en ser construida.
Hacia el este tenemos, separados por la autovía Murcia-Cartagena, los picos del El Cerrillar y el Relojero (609 metros), donde se encuentra un vértice geodésico. Mirando hacia el Sur, queda la enorme extensión de campo, con la autovía hacia Cartagena que se pierde entre la bruma y algunos pueblos diseminados, con un solo pico aislado que es el Cabezo Gordo, en el municipio de Torre-Pacheco - San Javier. Si el día fuera más claro, podríamos ver al fondo, la cadena montañosa que separa Cartagena y el campo de Cartagena del mar, desde las sierras de La Unión y Portmán por el Este hasta el Algarrobo y las enormes paredes blancas y verticales de Peñas Blancas por el Oeste, pasando, en el centro, por la aislada y clara silueta trapezoide de El Roldán.
La bajada la iniciamos por la misma senda de subida. Me desvío para ver la cueva que no deja de ser más que un gran agujero en la roca, poco profundo, sin ningún otro interés. Bajamos hasta el collado Mosqueras y seguimos por el sendero, ahora con fuerte bajada, hasta llegar al cruce de sendas. Se escucha el canto de alguna perdiz y de otras aves cantoras de especie para mí desconocida. Esta vez tomo por la derecha, saliéndome ya del PR, para ver si lleva a algún sitio. Sigo la senda bien marcada que va rodeando, horizontalmente el cabezo, desde la parte noroeste hasta casi el este, como digo, sin ganar ni perder altura, y entre pinadas.
Ya al llegar a la parte oriental del monte, comienza la bajada. Se escuchan y ven algunos jilgueros (aquí llamados también "caverneras"). La senda está bien marcada y no hay posibilidad de equivocación. Tras una larga bajada pero no con mucha pendiente, llegamos a la rambla del Puerto, a la altura de… un basurero clandestino, digo clandestino porque no es un vertedero legal, sino que la gente ha ido echando basura y más basura, que arrojan desde arriba por el terraplén y que se va acumulando aquí abajo en la rambla: es una lástima que se estropee el entorno así de esta manera por la falta de escrúpulos de algunos pocos. Así a simple vista se ve un bidón de productos químicos (para fumigar plantas), un libro de viajes sobre Italia, una agenda, algunos negativos fotográficos, papeles y más papeles, un tapacubos de un coche y un largo etcétera.
Seguimos rambla abajo entre abundantes cañas y poco más abajo, en una gran roca enterrada entre las cañas comienza el curso de agua que recorre toda la rambla. No se puede precisar de dónde viene o dónde está el nacimiento debido al extenso cañizal que lo hace inaccesible. Continuamos por el curso de la rambla, a veces por senda, otras por rocas o por el cauce seco, a veces subimos hasta la altura de la autovía que transcurre junto a esta rambla, para luego volver a bajar a la rambla; el camino se pierde muchas veces, pero sabemos que tenemos que seguir rambla abajo. Vemos las huellas de las abundantes riadas del otoño anterior, consecuencia de una "gota fría" que asoló esta región y que se manifiesta en multitud de cañas y arbustos arrastrados por la corriente y depositados en los márgenes y troncos de los árboles y la vegetación doblada en el sentido de la corriente.
En la parte baja de la rambla, donde las cañas son menos abundantes y aparecen algunas adelfas y donde la rambla se ensancha y hay grandes charcos de agua, se oyen algunas ranas croando y me encuentro también con algún que otro padre de familia con niños pequeños, disfrutando de la excursión por este arroyuelo.
Llegamos finalmente a encontrarnos con el sendero PR por el que subimos y poco más adelante pasamos por el bosque de cipreses, llegando de nuevo hasta la Fuente del Caño y con ello al final del recorrido. En la bajada hemos invertido un poco más de una hora porque el camino es bastante más largo que el de subida.
Seguimos rambla abajo entre abundantes cañas y poco más abajo, en una gran roca enterrada entre las cañas comienza el curso de agua que recorre toda la rambla. No se puede precisar de dónde viene o dónde está el nacimiento debido al extenso cañizal que lo hace inaccesible. Continuamos por el curso de la rambla, a veces por senda, otras por rocas o por el cauce seco, a veces subimos hasta la altura de la autovía que transcurre junto a esta rambla, para luego volver a bajar a la rambla; el camino se pierde muchas veces, pero sabemos que tenemos que seguir rambla abajo. Vemos las huellas de las abundantes riadas del otoño anterior, consecuencia de una "gota fría" que asoló esta región y que se manifiesta en multitud de cañas y arbustos arrastrados por la corriente y depositados en los márgenes y troncos de los árboles y la vegetación doblada en el sentido de la corriente.
En la parte baja de la rambla, donde las cañas son menos abundantes y aparecen algunas adelfas y donde la rambla se ensancha y hay grandes charcos de agua, se oyen algunas ranas croando y me encuentro también con algún que otro padre de familia con niños pequeños, disfrutando de la excursión por este arroyuelo.
Llegamos finalmente a encontrarnos con el sendero PR por el que subimos y poco más adelante pasamos por el bosque de cipreses, llegando de nuevo hasta la Fuente del Caño y con ello al final del recorrido. En la bajada hemos invertido un poco más de una hora porque el camino es bastante más largo que el de subida.
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