Ánforas.
Las ánforas son recipientes utilizados para transportar mercancias líquidas y semilíquidas como aceite, vino o garum (conserva de pescado). Su forma, con un pivote en lugar de base, está pensada para facilitar la estiba en los barcos y varía según la época y la mercancia que contiene.
Se fabrican en arcilla por partes: la panza, el cuello, el pivote y las asas, que se unen cuando la materia prima está todavía fresca.
Se cierran con un tapón de corcho o cerámica en el cuello y se sellan con una capa de cal o mortero de arena de playa y cal que se graba con los símbolos o nombres que identifican al propietario.
Desde épocas fenicia y púnica existe una gran difusión de este tipo de contenedores. En la Península Ibérica destacan las producciones púnicas en la isla de Ibiza.
En época romana republicana, se producen sobre todo en Italia y se usan para transportar el vino y el aceite. En la época romano-imperial, son los territorios estructurados en provincias los que producen los alimentos que se envasan en ánforas para su posterior comercialización. Un ejemplo cercano lo tenemos en las fábricas de garum de Paturro, en Portmán.
El uso de las ánforas perdura a lo largo de toda la Antigüedad Tardía, hasta que fueron sustituidas en épocas medievales y modernas por los toneles de madera.
Las ánforas que encontramos en el Museo tienen diversas procedencias y datan de los siglos IV a.C hasta el VI d.C.
Mano Sabazia.
Es una pieza de bronce, hallada en Escombreras (Cartagena) y que data del Siglo I d.C, que representa una mano derecha con tres dedos extendidos y dos plegados sobre la palma, a escala menor del natural. Se completa con diversos motivos iconográficos en relieve, entre los que destaca una serpiente que recorre el dorso de la pieza y sobresale, orientando su cabeza hacia una figura central sedente que aparece a su derecha, que es un personaje barbado, con gorro frigio, vestido con túnica manicata y anaxyrides, que representa al dios Sabazios.
A los pies de la divinidad, en alusión al sacrificio, aparecen una cabeza de carnero, un cuchillo y un ara llameante.
En la parte inferior se representa una cueva en cuyo interior aparece una mujer amamantando a un niño.
La iconografía se complementa con otros elementos de culto como una jarra, un ánfora y diversos símbolos de regeneración como la piña, el lagarto, el escarabajo, etc.
El culto al dios Sabazios es de origen oriental y se difunde por el Mediterráneo desde la época helenística a través de Asia Menor, alcanzando en la época romana las zonas limitrofes del imperio y los grandes puertos del Mediterráneo como Carthago Nova.
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