El litoral mediterráneo es una de las zonas privilegiadas del planeta que reúne las condiciones idóneas desde el punto de vista salinero, gracias a su clima seco y soleado y a sus suelos llanos e impermeables.
Aprovechando estas condiciones, el impulso salinero en Santa Pola se produjo a finales del s. XIX y principios del XX. La creación de las primeras infraestructuras se realizó manualmente; se construyeron miles de metros de diques necesarios para separar y retener el agua; se adecuaron los fondos de las balsas y se inundaron éstas elevando las aguas del mar mediante norias movidas con tracción animal.
Antiguamente la sal era transportada principalmente por mar, utilizando para ello barcazas o gabarras que la llevaban desde las salinas hasta los barcos fondeados mar adentro.
Las gabarras eran de suelo plano con poca eslora, anchas y de construcción sencilla y robusta. Se usaban para transportar mercancías pesadas y podían cargar de 30 a 50 toneladas. Este tipo de embarcaciones no eran autopropulsadas por lo que necesitaban ser movidas a remo o por un remolcador. Además, no disponían de medios propios para las operaciones de carga y descarga, por lo que estos trabajos se realizaban con dispositivos instalados en los barcos.
Estas barcazas estaban equipadas con unos calderos los cuales tenían una capacidad de 1.000 kg. por lo que disponían de un mecanismo que facilitaba su volcado. Una vez colocada la barcaza al costado del barco, las maquinillas (especie de grúas) instaladas en el barco izaban estos calderos hasta las bodegas del barco, accionando el dispositivo y descargando la sal.
Cuando los barcos eran veleros, la descarga se hacía a mano, colocando unos andamios de madera que iban de la gabarra al velero, situándose un obrero en medio de los andamios y formando una cadena humana de la gabarra al barco; se cargaba la sal a capazos.
En un principio las gabarras eran cargadas manualmente en la misma playa por lo que el 10de noviembre de 1896 las Salinas de Brac del Port solicitaron al Ministerio de Fomento la concesión de un embarcadero para cargar sal, a unos 150 m. al sur del cuartel de La Gola, autorizándose el 2 de noviembre de 1897.
El muelle original fue construido con una plataforma de madera y unos pilares de hierro fundido que se hundían en la arena. Las vagonetas cargadas de sal se desplazaban sobre raíles y eran arrastradas por animales de tiro (bueyes) desde las montañas de sal hasta el extremo del embarcadero, donde, mediante un sistema de volcado, se descargaba la sal en las gabarras.
Este sistema de embarque de la sal se utilizó hasta principios de los años setenta, realizándose a partir de esta fecha por el puerto de Santa Pola.
Desde este momento se produce un cambio radical en la forma de explotación de las salinas,de un trabajo principalmente manual en la construcción de
infraestructuras y la recolección se pasa a una mecanización del trabajo
con la introducción de maquinaria para cortar y cosechar la sal, la
instalación de la cinta transportadora que atraviesa la N-332, la
instalación de centrifugadoras para el lavado de la sal...
Esta modernización en los medios y una ampliación de la superficie inundada supuso un aumento considerable de la producción lo que ha permitido la permanencia de esta industria y con ello la supervivencia de toda la riqueza biológica que atesora este espacio.
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