Nos desplazamos en nuestros vehículos hasta el punto de encuentro y de comienzo, situado en la ermita de Santiago Apóstol de Los Vivancos. Desde aquí ya vemos la majestuosa cumbre a la que subiremos, y también el perfil de la subida pues justamente vamos a hacerlo por la cresta que está orientada en esta dirección.
Empezamos el recorrido por camino, rambla y nuevamente camino, pero enseguida dejamos el camino para dirigirnos campo a través hasta la base de la montaña. El espectáculo de hoy lo ponen los cientos (¿quizás miles?) de almendros en flor que nos rodean hasta donde alcanza la vista, con sus flores fundamentalmente blancas, aunque también las hay con tonos rosados.
Cruzamos el camino que lleva hasta las casas de La Torre y poco después ya nos encontramos al pie de El Algarrobo (por cierto, el único algarrobo que he visto es el monte, de los otros no he visto ninguno).
Ya comenzamos la ascensión, a veces por senda y otras por donde vemos menos dificultad. En algún tramo hay que usar las manos para trepar un poco. En otros hay que hacer verdaderos equilibrios sobre la arista de la montaña. Estos son los tramos no aptos para personas con vértigo, pero también es verdad que se pueden evitar pasando por las laderas del monte en vez de por la arista.
Poco a poco salvamos los cientos de metros de desnivel y llegamos hasta la cumbre, donde nos espera el vértice geodésico (algo elevado por cierto, aunque no faltó quien lo coronara para dejar testimonio fotográfico de haber estado en lo más alto), y unas cuantas antenas con un montón de cables o "vientos" para mantenerlas en vertical.
El descenso promete ser más fácil... pero no. Vamos tan felices por una buena senda (algo empinada en algún tramo, eso sí) hasta que ésta se acaba y, para no pasar por las tierras de una propiedad privada que acaban en un estupendo camino que lleva a El Margajón, nos desviamos hacia el Sur, monte a través.
La verdadera aventura de la excursión no fue la subida por la cresta, sino esta parte de la bajada. Un continuo subir y bajar por terreno de monte bajo y lleno de vegetación (que es lo que dificulta realmente la marcha). Un miembro del grupo se desvía hacia la rambla del Margajón y sigue su cauce y se ahorra de hacer esta aventurada marcha.
Nos encontramos en la ladera del monte una cavidad que bien podría ser una cueva o entrada de alguna mina. Finalmente, desde lo alto del monte, vemos el poblado de El Margajón, por lo que el resto de camino se reduce a encontrar el camino más directo o accesible para llegar hasta allí, puesto que ese es el objetivo.
Bajamos hasta los restos de una antigua balsa y el cauce de la rambla y seguimos por él hasta llegar al poblado y al camino. Aunque no está abandonado, tampoco vemos a ninguno de sus habitantes. Ahora, ya por el camino, nos cunde más andar.
Dejamos el camino para rodear el Cabezo de Los Vivancos por su parte Oeste. Aquí no hay tampoco senda, pero al menos no hay tanta vegetación. En esta zona pasamos junto a un zorro muerto y más adelante vemos a lo lejos otro (¿veneno?¿cazadores?).
Llegamos nuevamente a un camino y luego a una gran casa de campo donde varios perros (porque ladran, porque si no, dirían que son caballos; son grandes mastines) nos salen a saludar y, aunque hay valla, no dudo que eso no sería un obstáculo para ellos de haber querido saludarnos más cordialmente.
Finalmente, y tras cruzar una rambla (pequeño obstáculo para todos los que ya hemos superado), llegamos a la ermita.
Altitudes: Salida: 226 mts; Máxima: 712 (713). mínima: 226 ; media: 384. Pendiente Máxima: 31,9 %. Media: 9,4 %. Desnivel acum.: 545 Distancia: 11,25 ktms. |
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