RESTAURACIONES
La antigua catedral cartagenera sufrió profundas transformaciones a partir del siglo XVI, momento en el que, según los testimonios arqueológicos que se han obtenido de la excavación del colindante teatro romano, se abrió la puerta existente junto al ábside del altar mayor. Es también a partir de este momento cuando se construyen las dos principales capillas existentes en el recinto del templo, las dedicadas al culto de la Virgen del Rosell y los Cuatro Santos de Cartagena y al Cristo del Socorro.
La dedicada a la antigua patrona de la ciudad fue levantada en el año 1576 por el arquitecto Juan Bautista Antonelli. Este arquitecto había sido enviado hasta Cartagena, junto a Vespasiano de Gonzaga, por el rey Felipe II para la construcción de unas murallas y el Concejo aprovechó para encargarle los trabajos de edificación de esta capilla de estilo renacentista con planta de cruz griega rematada con bóveda de casquete esférico.
Su construcción tuvo lugar, como más tarde la del Cristo del Socorro, en un momento en que la iglesia precisaba de urgentes obras de reparación al encontrarse con un estado ruinoso que, incluso, había obligado a apuntalar, tres años antes de la construcción de esta capilla, el altar mayor. Un estado de ruina que aún se manifiesta en 1599 cuando el Concejo trataba en sus actas la urgente necesidad de recuperación del templo.
En esta capilla recibirían culto, a partir de 1756, junto a la imagen medieval de la Virgen del Rosell las cuatro esculturas de los Cuatro Santos de Cartagena (San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina) que talló el imaginero murciano Francisco Salzillo. Para la colocación de estas junto a la primitiva patrona de la ciudad se encargó la reforma del retablo existente a un tallista local llamado Mariano Sola, que fue el encargado de dar forma a las cuatro hornacinas donde quedaron instaladas.
De finales del siglo XVII data la capilla de la cofradía del Cristo del Socorro. Su construcción fue financiada por Pedro de Colón y Portugal, Duque de Veragua, como agradecimiento a la curación milagrosa de su hijo, según cuenta la leyenda, por la intervención de la imagen del crucificado de tal advocación, que se conservaba en la iglesia. Tal hecho milagroso tuvo lugar en 1689, y dos años más tarde, en 1691, quedaba constituida la cofradía y abierta al culto su capilla que, de estilo barroco, presenta planta rectangular con cúpula sobre pechinas. De ella destaca la profusa decoración a base de yeserías con temas vegetales (hojarascas con un tratamiento muy plástico) del interior y la soberbia portada de piedra tallada, a modo de arco triunfal, con el motivo central de dos ángeles que sostienen el escudo de la casa de Veragua, extendiéndose a su alrededor una profusa decoración floral semejante a un tapiz que sirviera de ornamentación a la gloria heráldica del Duque.
La construcción de esta capilla sería alentada por el entonces Obispo de la Diócesis de Cartagena, Medina Chacón, ya que serviría para revitalizar el templo que se encontraba en aquel momento en plena decadencia, en estado casi ruinoso y siendo poco frecuentado por los fieles. Por ello el prelado aprovechó la ocasión que se le ofrecía de, sin tener que aportar caudales algunos del obispado, renovar el aspecto, posiblemente lamentable, que ofrecía la iglesia.
En su interior, la imagen del Cristo del Socorro, un crucificado datable en el siglo XVI, recibía culto a partir del año 1736 en un soberbio retablo barroco de maderas doradas que sería destruido en 1936, cuyo autor permanece anónimo, pero que sabemos que fue dorado en 1737, por José Aguilar, un dorador activo en aquellos años en Cartagena con la colaboración de tres artesanos del mismo oficio (Gregorio, José y Eustaquio Sanz) que residían en Murcia.
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