El tramo de calzada conservado, de unos 4.50 metros de anchura a 2.20 metros de profundidad respecto a la pavimentación de la calle moderna, está construido con buena factura a base de grandes losas de piedra caliza reaprovechadas de otras construcciones de cronología anterior. Bajo la calzada, un alcantarillado central recogía los canales de desagüe de las construcciones contiguas. Se trata del eje colector con mayor capacidad encontrado en la ciudad hasta ahora.
Junto a la calzada, en su acera sur, se conserva parte un porticado sobre basamentos calizos y basas toscanas, que corresponde a una zona comercial y serviría para el tránsito peatonal. También en esta zona sur se hallan los restos de dos establecimientos comerciales ("tabernae"), con muros medianeros construidos con hiladas de piedras más o menos regulares e intersticios rellenos con riplos, y de uno de los cuales aún se conserva parte del enlosado en el que se puede apreciar las huellas de espacios destinados al sistema de cierre de la puerta ("revalsos") que tuvo en su día.
Por su parte, en el lado norte no hay porticado ni acerado, los aparejos son sillares escuadrados más regulares ("opus cuadratum" y con abundantes elementos arquitectónicos reutilizados: fragmentos de cornisa y pedestal de travertino rosado donde se lee una inscripción dedicada a un "flamen" provincial o sacerdote al que estaría erigida la estatua ubicada en su día sobre dicho bloque, todo lo cual denota un edificio público, identificado como unas termas.
Entre las estructuras exhumadas de estas instalaciones termales, que se extienden por solares cercanos, destacan una estancia semicircular, pequeña piscina abovedada de agua caliente ("caldarium"), una de las bocas de salida del aire caliente procedente del horno o "praefurnium" y un pasillo de servicio del sistema de calefacción de las instalaciones. Este horno, junto con tres "hipocaustos", una habitación pavimentada en mármol rosado y el "frigidarium " o piscina de agua fría, fueron hallados en un solar al otro lado de la Calle Honda en una intervención arqueológica en 1982.
Hacia el centro del yacimiento, dos grandes basamentos a ambos lados de la calzada, sugieren la existencia de un arco o acceso al recinto urbano, tal y como se puede apreciar en la interpretación del yacimiento que fue pintada, sobre azulejos, por el pintor cartagenero Ramón Alonso Luzzy cuando se llevó a cabo la rehabilitación del conjunto y que puede verse en la pared oeste del recinto visitable.
Aunque en un pequeño sondeo, en el interior de la cloaca, se documentaron niveles republicanos y el trazado de este eje viario parece antiguo, la construcción de la calzada debe situarse en siglo I d.C. y buena parte de su enlosado, junto con los restos de las termas y porticado, ahora visibles son fruto de una renovación tardía, cuya cronología se puede situar en torno a los siglos IV-V d.C. en un momento de profunda reforma urbanística de la ciudad tras un largo periodo de crisis.
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