Los 4 Santos de Cartagena




Al principio de la era visigótica gobernaba en Cartagena el influyente Severiano, casado con una dama goda natural de la ciudad. Aunque el título de duque es cuestionado por algunos historiadores al considerarlo adjudicado en los poco fiables cronicones del siglo XIII, lo que sí se asegura es que Severiano fue el padre de Leandro, Isidoro, Fulgencio y Florentina, nacidos en Cartagena y que fueron elevados a la santidad por la iglesia católica.

San Leandro, denominado el «apóstol de los visigodos» y considerado hombre de gran inteligencia, ocupó la dignidad de arzobispo de Sevilla, llevó a cabo el III Concilio de Toledo, y fue el conversor de los hijos de Leovigildo. Nacido hacia el año 530, falleció por el 599.



San Isidoro, muerto por el año 636, ha sido considerado uno de los hombres más ilustres de la Edad Media, alcanzando gran renombre por su categoría intelectual. Autor de las Etimologías, llegó a ser arzobispo de Sevilla. Presidió el IV Concilio de Toledo.

San Fulgencio, admirable erudito al que se destacó por su bondad de carácter, claridad de palabra y virtud, ocupó por dos veces la silla episcopal de Cartagena y la de Écija. Murió por el año 626. Bajo su patronazgo se encuentra la diócesis y su ciudad natal.

Santa Florentina, dueña de una cultura infrecuente en las mujeres de entonces, se recluyó en el monasterio de San Benito (próximo a Écija). Fundadora de cuarenta monasterios, falleció ostentando el cargo de abadesa.

En Cartagena se ha mantenido vivo el recuerdo de estos cuatro hijos ilustres, siendo señal clara de ello la Casa de los Cuatro Santos (ya desaparecida), que se edificó a finales del siglo XVI en terrenos próximos al Castillo de la ciudad, donde según la tradición se produjo su nacimiento.

El 17 de enero de 1779 se constituyó la Hermandad de los Cuatro Santos, y años antes (en el mes de Octubre del año 1.745) se colocaron cuatro estatuas suyas dentro de hornacinas en las Cuatro Esquinas, según ofrecimiento del vecíno Francisco Garcia, dando posteriormente nombre a la calle, que en la actualidad perdura.

Con ello, se sustituyeron cuatro pintados que existían representando a los referidos Hermanos Santos, colocando igualmente unos arcos con faroles para la iluminación durante la noche.

Para recoger limosnas y atender a la iluminación existía en la fachada de una de las casas que hacia esquina, un cepillo. Dado que con demasiada frecuencia robaban el dinero depositado, el Ayuntamiento, en sesión celebrada el 27 de Marzo de 1.851, mandó suprimirlo y costear la iluminación del fondo de alumbrado público.

En el año 1.905, con motivo de algunas edificaciones que se hacían en las referidas cuatro esquinas, trató el Municipio de que desapareciesen las hornacinas de los santos, lo que dió lugar a protestas de los vecinos no sólo de la calle sino de toda la ciudad.

Ante tal actitud, el Ayuntamiento acordó que fuesen sustituidas por otras hornacinas más artísticas y cuya realización fué hecha por el arquitecto municipal, costeadas por los vecinos de la calle y son las que en la actualidad existen.

1 comentario:

MK dijo...

Parece ser que había un quinto hermano pero que no está canonizado